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Francia: la huelga de los trabajadores indocumentados demuestra la necesidad de destruir todas las fronteras

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05 Febrero 2010 171 visitas

PARIS, 27 de enero — La lucha de clase agudiza las contradicciones y clarifica la realidad, como lo demuestra la huelga de trabajadores indocumentados, que ya ha durado cuatro meses.

Cachiporra, gases lacrimógenos y balas de caucho para los trabajadores, y mano blanda para los patrones. ¿Por qué? Porque aquí los patrones racistas quieren y necesitan una fuente permanente de trabajadores indocumentados súper-explotados.

Por eso, al amanecer del 20 de enero, 100 policías anti-motines desalojaron violentamente a los 62 trabajadores indocumentados que estaban ocupando el Hotel Majestic—un centro de convenciones ministeriales que se estaba renovando—desde el 12 de octubre que empezó la huelga. Los trabajadores fueron agredidos a golpes y les dispararon a quemarropa con balas de caucho.

A pesar del ataque policial, uno de los líderes de la huelga, el viejo Doucouré, declaró, “dentro o fuera del edificio seguiremos denunciando la verdad”. De hecho, el 22 de enero, 2,000 trabajadores indocumentados y sus aliados marcharon cerca de la Asamblea Nacional Francesa para denunciar el sangriento desalojo y reclamar la “legalización” general para todos los indocumentados.

Desalojo fue represalia por la denuncia de los trabajadores contra los engaños patronales

El sangriento desalojo fue represalia por la conferencia de prensa que los 62 trabajadores dieron en la Asamblea Nacional el 13 de enero. Allí denunciaron a Bouygues Bâtiment, que subcontrata para la demoledora ADEC—su patrón—en estos términos: El patrón “conoce nuestra situación [como trabajadores indocumentados] y se lucra de eso. Se las arregla para no contratarnos directamente. Hace que nos pague una agencia de trabajo temporal. Dice que no somos su responsabilidad, que no somos sus empleados. Sin embargo hace años que trabajamos para él, algunos por diez años”.

El patrón es Martin Bouygues, el “mejor amigo” del presidente francés, Nicolas Sarkozy. Bouygues Bâtiment es una compañía mas en su imperio, que emplea a 145,000 trabajadores en 200 países y que en el 2008 recaudó 32.7 billones de euros ($46 billones) de ganancias.

Los trabajadores denunciaron la mentira de los fascistas franceses que alegan que los inmigrantes indocumentados llegan para beneficiarse del sistema de seguro social. “Pagamos nuestro seguro social, nuestros impuestos”, declararon. “Cuando nos accidentamos en una construcción, no tenemos médico o días de descanso. A menudo cumplimos nuestra “Ultima misión” cuando tenemos la mala suerte que nos aplasta el pie una pared desmoronada o nos quema una antorcha”.

También denunciaron la mentira del gobierno francés que los indocumentados son “peligrosos”. Incluso, cuatro trabajadores mostraron su autorización especial por haber trabajado en la oficina de la Asamblea Nacional Francesa. El gobierno francés ataca a los estudiantes indocumentados también. El 25 de enero, arrestaron a dos estudiantes Cameiuneses camino a sus clases en la universidad de Pau, y los enviaron a un centro de detenciones a 400 millas de aquí. Dos días después, sus compañeros marcharon a la estación de policía de Pau para denunciar los arrestos. La policía los recibió con cachiporras para romper la manifestación.

TRATO ESPECIAL PARA LOS PATRONES

La represión de los trabajadores indocumentados que demandan su “legalización” a manos del gobierno contrasta con el trato que reciben sus patrones. El 12 de enero, la policía arrestó por equivocación a tres directores de SENI, una compañía de limpieza. La documentación del caso reveló que 500 trabajadores—la quinta parte de la fuerza laboral—eran indocumentados, el mas alto número en la historia francesa.

Al día siguiente, el gobierno liberó a los patrones, declarando que el juicio se pospondría indefinidamente. ¿Por qué? Primero, porque con los patrones en la cárcel, 2,000 trabajadores—documentados e indocumentados—terminarían en la calle, forzándolos a unirse y posiblemente ocupar la compañía. Segundo, SENI es una subsidiaria de Samsic, propiedad de Christian Roulleau, uno de los 100 patrones más ricos de Francia. Samsic y sus subsidiarias limpian el palacio presidencial y otras oficinas gubernamentales, así como la torre Eiffel. También se ocupa de plantas nucleares y submarinos, y trabaja para la policía de Roissy, acusada de cazar trabajadores indocumentados. El gobierno no quiere que se sepa que contratan trabajadores indocumentados.

El ministro de trabajo declaró al semanario “Le Canard enchaîné”, que una propuesta de ley que ordenaría el cierre de compañías “que contratan trabajadores indocumentados en gran número repetidamente” se pospuso indefinidamente. Dicha ley cerraría miles de compañías y causaría el desempleo de no sólo decenas, sino cientos de miles de trabajadores “legales” e “ilegales”

EL CAPITALISMO NECESITA TRABAJADORES INDOCUMENTADOS

La salvaje represión de los trabajadores indocumentados en huelga y el trato especial que reciben los patrones demuestra que la patronal necesita y quiere trabajadores indocumentados. Como declararon los trabajadores de la demoledora ADEC el 13 de enero: “Le debemos esta vida de trabajadores sin derechos, de esclavos modernos, a la administración. El gobierno se niega a darnos permisos de trabajo, pero los patrones nos contratan. La mayoría tenemos solicitudes formales de ‘legalización’... que no sirven. Hay que creer que los patrones y el gobierno nos quieren mantener ‘ilegales’ para explotarnos mejor”.

Además de la súper-explotación del trabajador indocumentado, los fascistas y el gobierno fabrican mentiras racistas sobre el indocumentado que “roba los trabajos” de los trabajadores nativos, “se aprovecha” del seguro social, y “amenaza la seguridad nacional”. Usan los estereotipos para dividir al trabajador nativo y al indocumentado, la vieja arma patronal de dividir para conquistar.

Solo la revolución comunista—que destruye las fronteras nacionales, junto con los patrones y su sistema que las crea y explota al trabajador—podrá liberar a toda la clase trabajadora de esta barbarie.