La nueva edición del manual del FBI para investigaciones domesticas concede amplios poderes a sus agentes para indagar en bases de datos, entrar en la información de las familias e iniciar la vigilancia sobre personas o grupos sospechosos de crímenes. El nuevo manual hace hincapié en que la evidencia de actividad criminal no es un requisito previo para la apertura de investigaciones o el inicio de la vigilancia (NYT, 12/06)
Las nuevas reglas son en realidad la codificación de los comportamientos a los que el FBI se ha comprometido desde sus inicios y con una frecuencia creciente desde la década de 1970. Estos poderes de vigilancia que han sido impuestos con el pretexto de la “guerra contra las drogas” y la “guerra contra el terror” han sido utilizados principalmente para vigilar y acosar a activistas anti-guerra, anti-capitalistas, y pro-clase trabajadora y otros grupos de tendencia izquierdista.
Un activista en el movimiento ambiental recientemente se sorprendió cuando una solicitud de Libertad de Información reveló que había estado bajo intensa vigilancia desde el año 2001. Hubo al menos cinco informantes del FBI en diferentes grupos, quienes reunieron 1200 páginas de documentos sobre él (Democracy Now, 14/06/11). Hace dos años, los anarquistas estaban consternados al descubrir que Brandon Darby, un hombre que se había quedado en un colectivo anarquista después de Katrina en Nueva Orleans, había sido un informante del FBI (This American Life, 05/22/2009) En 2007 se reveló que el FBI había estado abusando de los mandatos presidenciales sobre seguridad nacional que les permitió vigilar sin la orden de un juez para espiar a las personas sin evidencia de un crimen (NYT, 10/03/2007).
Por supuesto, este tipo de acoso a los trabajadores no se limita al FBI. Las redadas de ICE se han utilizado para intimidar a los trabajadores latinos que intentan organizarse, como sucedió en 2007 en la planta de Smithfield en Carolina del Norte (CIS, 7 / 2009). Grupos contra la guerra que se formaron después de las invasiones de Irak y Afganistán también han sido objeto de espionaje e intimidación.
En 2003, un cubículo estudiantil donde se reunía un grupo contra la guerra en la Universidad Texas Tech fue allanado por la policía local. Ese mismo año, un juez citó los registros (listas de asistencia, notas de conferencias, etc.) de una conferencia contra la guerra en la Universidad de Drake (AP, 2/7/2004). Apenas el año pasado en la Universidad de Washington la policía trató de colocar a un agente encubierto en un grupo estudiantil que protestaba por los recortes presupuestales (ACLU-WA, 07/08/2010)
El Estado capitalista siempre ha utilizado su poder estatal para espiar e intimidar a la clase obrera. Los cambios actuales en el manual del FBI no representan un cambio en la política, solo un atrevimiento cada vez mayor por parte de las fuerzas policiales de la clase dominante para mostrar su verdadera esencia fascista. Sin embargo, en sus esfuerzos para intimidar a la clase obrera, revelan su miedo. La clase capitalista no puede existir sin el sometimiento y la explotación de los trabajadores.
La creación de un estado obrero a través de la revolución comunista eliminará a la clase capitalista para siempre, y ellos lo saben. Es por eso que gastan tanto tiempo y dinero tratando de intimidarnos. El continuo crecimiento del PLP, a pesar de estas intimidaciones, asegura que los capitalistas fracasarán en su intento de prolongar su criminal sistema racista explotador.
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Mexico: ‘Guerra a las Drogas’ Esconde Imperio de Mano de Obra Esclavista de EEUU
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- 06 Julio 2011 170 visitas