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Siria: Siglos de Represión, División y Explotación

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30 Enero 2014 91 visitas

Los trabajadores sirios han sido víctimas de tiranías mucho antes de la actual guerra entre las fuerzas capitalistas y nacionalistas en pugna. Durante siglos los explotaron los poderes coloniales e imperialistas, o los dictadores locales, controlados por los poderes extranjeros. Pero como otros trabajadores en el Medio Oriente, la clase trabajadora siria todavía tiene que forjarse un movimiento revolucionario que la pueda conducir a una vida mejor. Una y otra vez ha sido manipulada por los poderes locales e internacionales – de Turquía y Francia a Rusia, Irán, y ahora China. Como resultado, la historia de Siria está marcada por la división étnica y religiosa, con los trabajadores luchando unos contra otros y contra sus propios intereses.
Durante cuatro siglos, desde 1516 a 1918, Siria fue una provincia del Imperio Otomano Turco. Durante la Segunda Guerra Mundial (1914-1918), Inglaterra y Francia se propusieron quitarle el control del Medio Oriente a Turquía para reducir la influencia rusa y controlar las recién descubiertas reservas de petróleo. Promovieron el nacionalismo árabe, ya en ascenso desde finales de los 1800s, y lograron el apoyo de los ejércitos árabes prometiéndoles la independencia después de la guerra.  En octubre de 1918, las tropas árabes del ejército británico fueron las primeras en llegar a Damasco.  Allí proclamaron el Estado Árabe Sirio gobernado por Emir Faisal. El territorio del nuevo estado incluiría el Líbano, Jordania y Palestina.
Imperialistas Británicos, Franceses Dividen Sobras
Las victoriosas tropas no estaban al tanto, sin embargo, que Inglaterra y Francia ya habían firmado un acuerdo secreto, el tratado Sykes-Picot, para dividirse el mundo árabe entre ellos después de la guerra.  En el Acuerdo de Balfour, ratificado por la Liga de las Naciones en 1920, también se le había prometido al movimiento Sionista un estado judío en Palestina.  Siria y el Líbano quedaron bajo el control francés, mientras Inglaterra se apoderaba de Palestina, Jordania e Irak. Esto, de hecho, acabó con el sueño nacionalista árabe de incorporar Palestina a una Gran Siria. Esto también creó un fuerte sentimiento anti sionista.
Los franceses echaron al líder árabe, Rey Faisal, que firmó el Acuerdo de Balfour con la esperanza  de que el estado judío diluyera el control francés en la región, expulsándolo de Damasco después de una serie de pequeñas rebeliones fracasadas. Al año siguiente, en 1921, los británicos lo instalaron en el recientemente creado país de Irak. Mientras tanto, Siria y el Líbano quedaron separadas bajo la administración francesa, con movimientos nacionalistas independientes que crecían en cada territorio.
Los franceses dominaron Siria con mano dura y suprimieron la actividad política, los derechos civiles y los medios de comunicación.  Se favoreció a las élites urbanas y se trató duramente a las áreas rurales.  En 1925, la Revuelta de la Gran Siria fue la más extensa y duradera insurgencia anti colonial de entre guerra en Arabia del Este.  La movilización de campesinos, trabajadores y veteranos del ejército, en vez de élites urbanas e intelectuales, la convirtió en el primer movimiento masivo contra el control colonial en el Medio Oriente.  Desafortunadamente, estuvo basada en el nacionalismo en vez de en una ideología de clases.  Francia mantuvo el dominio militar y económico de Siria hasta 1946, cuando abandonaron el país presionados por las Naciones Unidas, entidad controlada por EEUU y la Unión Soviética.
Después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU y la Unión Soviética surgen como los más fuertes contrincantes por el poder y la influencia en el mundo.  El Medio Oriente, una fuente vital de petróleo, tuvo una importancia estratégica para ambos bandos.  En 1948, en un esfuerzo por reducir la influencia británica en el área, los soviéticos apoyaron la creación del estado de Israel.  Las armas de Checoslovaquia, un aliado soviético, fueron críticas en la victoria israelita en la Guerra Árabe-Israelita de 1948.  Pero en la medida que Israel se afianzaba como aliado de Occidente, los soviéticos cambiaron de posición y condenaron el Sionismo.  Buscando afianzarse fuertemente en la rica región petrolera, los soviéticos se aliaron con los regímenes nacionalistas en Siria, Egipto, Libia e Irak.
En 1955, Moscú invitó a Siria y a Egipto a unirse en un pacto pro soviético.  Turquía, un aliado de EEUU, trató de disuadir a Siria movilizando tropas a lo largo de su frontera común.  Sin embargo, cuando los soviéticos los amenazaron militarmente, Turquía se echó atrás.  Durante los siguientes cinco años, la Unión Soviética le entregó a Siria más de $200 millones en asistencia militar para consolidar la alianza y contrarrestar la influencia estadounidense.  Al bloque soviético se opuso un bloque estadounidense de gobiernos pro occidental: Israel, Irán (antes de la revolución islámica de 1979), Jordania, y Arabia Saudita.         
En 1958, Siria se unió a Egipto en la Unión de Republicas Árabes, una unión pan arábiga dominada por el el presidente egipcio Gamal Nasser.  Se separó tres años más tarde debido al dominio egipcio. Después de otro periodo de inestabilidad, el secular y nacionalista partido Ba’ath tomo el poder, justo un mes después de hacer lo mismo en Irak.
En 1967, cuando Israel derrotó a Siria, Irak, Jordania y Egipto en la guerra, Siria perdió los Altos del Golán tomada por los Sionistas.  A pesar que Moscú no apoyo a sus aliados militarmente, los soviéticos comprometieron $2.5 millones de asistencia para Siria y rompieron relaciones diplomáticas con Israel.  En 1971, los soviéticos establecieron una base naval en el puerto sirio de Tartos.  Un año más tarde, Siria y la Unión Soviética firmaron un pacto de paz y seguridad que permitió la entrega de más de $135 millones en armas soviéticas a Damasco.  Ya entonces, un ministro de defensa del partido Ba’ath de nombre Hafez al-Asad había tomado el poder en un incruento golpe de estado.
¿Amenaza De Guerra Nuclear?
En octubre de 1973, Siria y Egipto se lanzaron a otra guerra contra Israel. Tomados por sorpresa inicialmente, los israelíes se repusieron e inclusive cruzaron el canal de Suez hasta Egipto.  Cuando Israel estuvo al frente, los soviéticos se asustaron.  El Presidente soviético Leónidas Brezhnev amenazó con enviar tropas soviéticas al teatro de guerra.  Un buque soviético, que se alega portaba armas nucleares, esperaba órdenes en el puerto egipcio de Alejandría.  En respuesta, se reportó que el presidente estadounidense Richard Nixon elevó la alerta de seguridad nacional a DEFCON 3 y puso a la Sexta Flotilla Naval de EEUU en alerta máxima en el Mar Mediterráneo.  Con la ayuda de EEUU, Israel salió victorioso.  Para mantener su influencia en la región, Moscú se comprometió a compensar a los estados árabes derrotados con nuevos misiles de largo alcance y aviones de alta tecnología.  En pago, Siria se comprometió a no solicitar ayuda estadounidense.
En 1975, la guerra civil en el Líbano tensionó la relación entre Siria y los soviéticos.  Con cristianos, sunís, chiitas, drusos y palestinos peleando entre ellos, Asad envió tropas para proteger a los cristianos. Temiendo una victoria de los fundamentalistas musulmanes anti Ba’ath, el liderazgo sirio forjó una alianza temporal con Israel.  Los soviéticos apoyaron a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y otros grupos musulmanes, esperanzados en que su éxito transformaría al Líbano en un estado afín.  Un cese al fuego impuesto por la Liga Árabe en 1976 dejó al ejército sirio como a una fuerza de “pacificación” (léase: ocupación) en el Líbano.
Cuando Israel invadió a su vecino del norte, el Líbano, en 1982, tratando de expulsar a la OLP y ganar más territorio,  fueron los luchadores de Hezbolá, respaldados por Irán, la fuerza critica que finalmente derrotó a Israel.  A pesar de que Irán depende de Siria para llevar luchadores y armas al Líbano, la superior capacidad militar de las fuerzas que representan a Irán, de hecho hacen que Irán tengan allí el control.
La oposición soviética a la presencia de Siria en el Líbano creció con la ascensión de Mijail Gorbachov en 1985. Este prefería una resolución diplomática al conflicto Árabe-Israelí, y se oponía a los esfuerzos sirios de alcanzar la paridad militar con Israel.  El envió de armas y asesores militares soviéticos se redujo a la mitad en 1989.  Mientras disminuía la influencia rusa en Siria, EEUU trató de hacer las paces con Asad.  Pero este rechazó las ofertas y continúo apoyando a Hamas, Hezbolá, la resistencia Palestina, Irán, y la insurgencia Iraquí.  
Cuando Vladimir Putin y el hijo de Asad, Bashar al-Asad, tomaron el poder en el 2000, Rusia y Siria se acercaron otra vez.  Para el 2012, Siria le compra el 78 por ciento de sus armas a Rusia.  Los esfuerzos de Putin por aumentar el poder naval ruso le da mucho significado a la única base naval fuera de su territorio – en Tartos, Siria.  En el eje China-Rusia-Irán que está luchando por el control de los recursos del Medio Oriente, Rusia confronta una seria competencia China, que es el tercer importador más importante de Siria.
Partido ‘Comunista’ No Muy Comunista
En 1920 se fundó un partido comunista en Siria.  Como los otros partidos comunistas en la región, tenía un fuerte lazo con Moscú.  El “socialista” partido Ba’ath, representante de la clase gobernante nacional Siria, se alineó con el objetivo soviético de promover el nacionalismo local anti Occidente; y en 1950 se le ordenó el Partido Comunista Sirio (PCS) que se aliara con el Ba’ath.  
Hoy el PCS apoya a Asad en su lucha contra los intereses del imperialismo de occidente.  Estos falsos comunistas ofrecen muy poca crítica a la política económica anti obrera y neo-liberal de Asad, o a la corrupción y crueldad de un régimen que ha empobrecido a millones de sirios.  Pero como DESAFIO ya lo ha indicado, las fuerzas “rebeldes” no son una mejor opción.  Algunos de ellos representan al fundamentalismo islámico conectado a los estados musulmanes suní como Arabia Saudita o Qatar.  Otros están alineados con Al Qaeda o con los nacionalistas seculares representantes de los intereses occidentales.  Ninguna de las dominantes fuerzas rebeldes representa a la clase trabajadora siria.
Durante siglos, los odios religiosos y nacionalistas en el Medio Oriente les han servido a los sucesivos grupos de gobernantes para debilitar la posible oposición a sus ansias de poder y recursos.  Los trabajadores sirios – como los trabajadores en Irak, Egipto, Palestina, Jordania y el Líbano – van a poder avanzar sólo cuando superen las divisiones creadas por la religión y el nacionalismo. Van a salir adelante sólo cuando forjen un nuevo movimiento comunista basado en la solidaridad de clase.  Nuestro grupo del Partido Laboral Progresista en Palestina/Israel, que une a los trabajadores árabes, judíos y obreros migrantes, es un pequeño pero vital paso en esa dirección.