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Reseña Literaria: The Circle Línea Recta al Fascismo

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02 Octubre 2014 85 visitas

¿Se puede crear una mejor sociedad, un mundo más justo y humano? Dave Eggers, en su novela distópica El Círculo del 2013, nos ve dirigiéndonos en otra dirección. Su libro es un gran éxito de ventas mayor y muy entretenido. Su lectura y discusión con nuestros amigos podría dar pie a muy buenas conversaciones políticas. Quizás al imaginarnos con ellos como la sociedad podría cambiar les ayudaría a entender porque estamos en desacuerdo con el mensaje del libro. La razón por la cual, como decía Nadine Gordimer, “los comunistas son los últimos optimistas”.
El foco de la trama de El Círculo es una mujer de unos 20 años de edad, pero la principal perspectiva filosófica la presentan los tres “Sabios”, billonarios fundadores de la compañía donde ella trabaja. El Círculo es una corporación de vanguardia que está expandiéndose rápidamente y es el eje de un imperio digital. Es en esencia lo que sería si Google, Facebook, Apple y Microsoft se juntaran en una compañía y controlaran más del 95% de todo lo que hay en la Internet.
Mae Holland consigue un trabajo allí y piensa que está en el cielo. ¿Qué pueden tener de malo un gran sueldo y beneficios, un hermoso campus corporativo, eventos culturales gratuitos, y regalos y beneficios adicionales constantes? Bueno, unas cuantas cosas. Vemos como moldean y le dan forma a una Mae que trabaja más y más rápidamente, tratando desesperadamente de amoldarse y sobresalir en un ambiente donde monitorean cada teclado y donde sus supervisores evalúan constantemente su eficiencia – y por inferencia, su actitud.
Detrás de la brillante imagen de la compañía descubrimos tres puntos de vista representados por los tres socios empresariales. Ty Gospodinov, el enigmático y brillante creador de una ola interminable de ideas y soluciones a problemas, posiblemente se considere apolítico, quizás con inclinaciones anarquistas. Eamon Bailey, la principal imagen pública de El Círculo, es la figura paternal para los miles de veinteañeros que son la fuerza laboral.
El es el que mensualmente presenta la filosofía de El Círculo, en discursos, a miles de empleados en la Gran Sala los Viernes del Sueño. Bailey presenta una visión utópica que depende de los avances en la informática que El Círculo genera. El tercer socio es Tom Stenton, un inversionista capitalista. Este se parece más a un animal de la Fosa Portuaria, un tiburón que devora todo lo que se coloca en su tanque con una eficacia impresionante. Lo que le falta en creatividad y don de gente, lo compensa con su increíble (y despiadado) sentido para los negocios.
Exclavitud Juvialmente
Es difícil ignorar el contraste entre la libertad ilimitada y comunidad que forman la filosofía de El Círculo que presenta EAmon Bailey y la realidad social de estas fábricas digitales del siglo XXI. Hay una jerarquía empinada que va desde los Tres Sabios a la cabeza, seguidos por la Pandilla de los 40, que deciden cual de las empresas en ciernes (“plancton”) van a tener el honor de ser alimento de la ballena que es El Círculo. Estos 40 gerentes, a su vez, reciben la adoración e intimidan al siguiente nivel de patrones.
Al fondo del escalafón están los Novatos, que esclavizados trabajan alegremente (el desanimo en la voz les puede costar la pérdida de puntos – o el trabajo) mientras que se añaden más y más pantallas a sus estaciones de trabajo y descubren el último sistema que El Círculo ha diseñado para medir su rendimiento. Estos nunca piensan en quejarse y perder el trabajo. Los trabajos fuera de El Círculo, inclusive para los graduados de universidades de la élite como Mae, son escasos y fuera de onda. Es increíble ser uno de El Círculo, inclusive como última rueda del coche.
La filosofía de El Círculo, como la presenta Bailey, se revela totalmente cuando la carrera de Mae tiene una crisis. Mae se mete en problemas cuando toma prestado un bote sin pedir permiso (¡y sin usar un chaleco salvavidas!), una indiscreción que le puede costar el trabajo. Eamon Bailey usa esta situación y la desesperación de Mae por mantener su puesto para hacerla que acepte contarle todo a la “comunidad” – de hecho su patrón.
Para ser un buen integrante de El Círculo tiene que creer que tener “Secretos es Mentir”, lo “Privado es Robo”, y “Contar es Participar”. Así se convertirá en ejemplo de transparencia y subirá a los altos rangos de la corporación. Allí Bailey le explica su visión de “cerrar El Círculo”. Cuando se cierre El Círculo habrá acceso completo para toda la gente sobre todo el conocimiento e información. Esta transparencia creará la democracia perfecta, seguridad y felicidad.
Por supuesto, esta transparencia no incluye los planes que cocina la élite de El Círculo y otra importante “propiedad intelectual”, pero Mae, como los otros integrantes de El Círculo, están tan envueltos en el sueño embriagador que les presenta Bailey (sin mencionar todos los beneficios gratuitos) que esto no se le ocurre.
La emocionante conclusión de la novela es una serie de eventos producto de la entrega cada vez más profunda de Mae a la visión de El Círculo y el efecto negativo sobre sus padres y ex novio, posiblemente sus más grandes amores antes de su vida en El Círculo. (¡Van a tener que leer el libro para ver cómo se desarrolla la trama!) La visión prevaleciente en el mundo de hoy, tristemente, es que las cosas son un desastre y las soluciones son difíciles de imaginar. Cuando la pesadilla que es la utopía que se describe en los Viernes de Sueños se hace más clara, se refuerza ese pesimismo.
La Semilla Anti-Comunista
La distopía de Eggers es diferente, y ha sido publicada en un contexto político muy diferente al de las dos novelas más famosas del siglo XX sobre futuros aterradores, Un Mundo Feliz (Aldous Huxley, 1932) y 1984 (George Orwell, 1949). Estos dos cuentos admonitorios se escribieron en un tiempo en que el socialismo era una fuerza emergente en el mundo. El más explícitamente anti comunista de los dos, 1984, se publicó cuando la Unión Soviética recibía la admiración por derrotar a la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial y cuando el Partido Comunista Chino había llevado a cabo una revolución con éxito que tomó control del país más poblado del mundo. A todas luces, desde la perspectiva patronal, se necesitaba un antídoto cultural anti comunista para contrarrestar la popular imagen del comunismo. No querían que los trabajadores occidentales empezaran a hacerse ideas.
El anti comunismo de Eggers es más sutil. Promueve la idea que la naturaleza humana se opone a la existencia de una sociedad verdaderamente colectiva y libre de explotación. En la medida en que se ve que la maldad en El Círculo es la labor de Stenton, se podría leer como anti capitalista. Pero su visión pesimista es más profunda que su miedo a la agresión del inversionista capitalista.
La raíz anti comunista de El Círculo es la idea que cualquier situación en la que los esfuerzos de todos están alineados al mismo propósito tendrá inevitablemente a alguien detrás de bastidores manejándolo todo para su propio propósito. En El Círculo es Stenton, el mayor inversionista, el que establece las prioridades. Pero está potenciado por Eamon Bailey, que predica, y quizás inclusive cree, en la visión humanista del control corporativo iluminado de la sociedad humana.
Optimismo Revolucionario Basado en Historia
Los comunistas todavía creemos que una sociedad basada en el esfuerzo colectivo para lograr objetivos comunes es posible y positiva. Esto no es fe ciega pero una evaluación de los logros que los revolucionarios han logrado en el pasado. La historia es la base de nuestro optimismo. Varias ediciones recientes de Desafío han presentado una serie de artículos que describen el crecimiento de una fabrica con más de cien trabajadores partiendo de un taller de chatarra de cuatro trabajadores en una comunidad rural al principio de la Revolución Cultural China, que comenzó en 1966. La descripción de la vida y el trabajo en esa simple fábrica incluye los dramáticos aumentos en la producción y la solución de difíciles problemas técnicos. Pero el trabajo arduo, las largas horas y la energía creativa estuvieron motivados por el deseo compartido de ver el avance de la granja comunitaria, de la villa y del país. Nadie recibía un salario más alto por su labor, inclusive aquellos que administraban y lideraban el trabajo. Nadie estaba en peligro de perder el trabajo si no cumplía con las cuotas de producción, pero de alguna manera, todos contribuían y terminaban antes del plazo. A pesar de que los agricultores vueltos metalúrgicos en esa villa China trabajaban tan frenéticamente como los Novatos en la novela de Eggers, la villa y sus residentes eran dueños de la fábrica, que habían construido con su esfuerzo colectivo. Por lo menos lo fueron hasta el final de la Revolución Cultural en 1976.
Desafortunadamente, esa pequeña fábrica y las relaciones sociales que la mantenían cayo destruida por las “reformas” capitalistas iniciadas en 1976, un microcosmos del regreso de China al capitalismo. La fabrica, construida por los agricultores en un espíritu de generosa cooperación durante la Revolución Cultural pasó a manos de una persona como nuevo propietario al estilo capitalista. Pronto cambiaron las relaciones sociales para reflejar la nueva propiedad y unos cuantos se enriquecieron mientras que otros luchaban para sobrevivir. Se destruyó el sentido de comunidad. El resultado no era inevitable, pero es lo que pasó.
Una conciencia general del retroceso del desarrollo comunista como en esa pequeña fábrica, pero en escala masiva, sustenta mucho del pesimismo actual sobre el futuro. El Círculo nos muestra una visión de las relaciones sociales capitalistas disfrazadas de “comunidad” y creando un ambiente de trabajo infernal. Las únicas alternativas que se presentan a la total concesión a la explotación empresarial son muy individualistas. Un solitario y sombrío personaje en El Círculo, Kalden, tiene planes de sabotaje. Fuera de los confines de la corporación, el ex novio de Mae, Mercer, y sus padres, que sufren debido a la intromisión de El Círculo en sus vidas, tratan de escapar viviendo fuera del sistema. Pero la noción de que la población general – sin mencionar a los esclavizados Novato – podría rebelarse, nunca se considera. La noción de la acción colectiva como vía a la liberación de la opresión, en vez de cómo mecanismo de esclavitud, ni siquiera se sugiere.
El sentimiento de desesperanza con que nos deja El Círculo es hoy muy útil a la clase dominante. Sin una visión de un nuevo mundo por el que valga la pena trabajar, nos volvemos pasivos frente a las injusticias y explotación. Como comunistas, tenemos que encontrar la manera de ayudar a nuestros amigos y compañeros de trabajo a que vean el poder liberador de la acción colectiva. Se necesita mucho más cultura revolucionaria que comunique esta básica visión optimista, pero no podemos esperar que estas novelas aparezcan en la lista de mejores ventas en el New York Times. ¡Por lo menos hasta que los trabajadores tomen control del New York Times! Mientras tanto, participar con nuestros amigos en una especulación sobre el futuro, inclusive usando una novela distópica como punto de partida, puede ser una forma útil de presentar las bases históricas de nuestro profundo optimismo sobre el futuro.