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Miles Marchan vs. Apartheid de los Jefes Israelís

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21 Junio 2012 124 visitas

Tel-Aviv, Israel-Palestina, 11 de junio. — Decenas de refugiados e inmigrantes, mayormente trabajadores negros que huyeron de los horrores de la guerra y el fascismo en el este de África, fueron violentamente detenidos hoy por la “Oz”, unidad del Ministerio israelí de Asuntos Internos (equivalente al ICE de EEUU) en las primeras horas de la mañana. Estos trabajadores fueron llevados a centros de detención en espera de ser deportados al sur de Sudán devastada por la guerra y la hambruna o a la abiertamente fascista Eritrea.
Esta redada, llevada a cabo bajo las leyes capitalistas, es sólo el más reciente ataque de la clase dominante israelí mediante su “campaña contra los infiltrados “, trabajadores que llegaron a Israel, ya sea como refugiados o inmigrantes procedentes de África oriental. El 23 de mayo, una concentración masiva de racistas en el sur de Tel-Aviv fue dirigida por Knesset Regev, Ben Ari y Danon. Durante este acto violento, varios transeúntes negros fueron atacados (llamándoles “negros sucios”) y un bar perteneciente a la comunidad africana fue destrozado y saqueado por una turba iracunda.
En los últimos meses, los ataques contra los trabajadores negros se ha convirtiendo en algo común en Israel. Los politiqueros culpan a estos refugiados e inmigrantes de todos los problemas del capitalismo, a saber, el deterioro de las comunidades, el desempleo, la delincuencia y las enfermedades. Las pandillas de jóvenes delincuentes fascistas, aterrorizan y roban a la gente negra en el sur de Tel-Aviv, al estilo Ku Klux Klan. Los políticos patronales, imitando a los nazis, llaman a estos refugiados “un cáncer”.
¿Pero quiénes son estos refugiados y por qué han llegado a Israel-Palestina? La mayoría de ellos provienen de dos países: Sudán y Eritrea. Los capitalistas chinos dominan el gobierno de Sudán del Norte (que tiene una mayoría musulmana), mientras que sus rivales estadounidenses han financiado la revuelta cristiana de Sudán del Sur contra el gobierno del norte, todos en lucha por las reservas petroleras de Sudán. ¿El resultado? Una sangrienta guerra civil que ha asesinado a millones de personas y dejado a millones más sin vivienda y en la hambruna. En Eritrea, el gobierno asesino fascista, es un estrecho aliado del régimen israelí y un cliente importante de la industria militar israelí, que esclaviza a la clase obrera a trabajos forzados por el hambre y el llamado “Servicio Nacional”. Otros son encarcelados o asesinados porque se atreven a hablar en contra del régimen.
Debido a estos horrores del imperialismo y sus agentes locales, muchos trabajadores de África Oriental huyen de Sudán y Eritrea, a pie, en dirección a Israel-Palestina a través de Egipto. En el Sinaí a veces son robados y secuestrados por elementos criminales locales hasta que son rescatados por sus familias, sufriendo abusos físicos y sexuales durante su cautiverio.
Cuando finalmente llegan a la frontera entre Egipto e Israel, los guardias fronterizos egipcios les disparan. El que sobrevive se arrastra a Israel cruzando la cerca alambrada con púas. Los guardias fronterizos israelíes los detienen, les dan tratamiento médico básico y los encarcelan por un día o dos, luego en camiones los llevan al sur de Tel-Aviv. Allí, se les deja a su suerte sin dinero, sin casa, sin ropa y sin alimentos.
El gobierno israelí no les concede el estatus oficial de refugiados. La racista ley israelí no les permite trabajar legalmente, no tienen derecho a la salud pública y por lo tanto no tienen dinero para la comida o la vivienda. Estos refugiados y trabajadores inmigrantes se ven obligados a trabajar ilegalmente, obligados a la super-explotacion de los patrones, quienes les pagan menos de un salario mínimo. Esto conduce a súper-ganancias para los patrones, quienes se benefician además, rebajando salarios de otros trabajadores por medio de la competencia.
Esto demuestra cómo el racismo divide a los trabajadores mientras los capitalistas se benefician. Al incitar a los trabajadores judíos en contra de sus hermanos y hermanas negros, la clase dominante israelí mantiene a los trabajadores judíos, árabes y africanos separados y por lo tanto débiles. Mantienen a los trabajadores africanos en constante temor de ser arrestados o deportados, por lo que difícilmente luchan por mejores salarios o condiciones de trabajo, por no hablar de la revolución.
Manteniendo a los trabajadores africanos y árabes como chivos expiatorios también beneficia a los ricos. En lugar de que todos los trabajadores culpen al capitalismo de estos horrores, los trabajadores se culpan mutuamente de la delincuencia, enfermedades, malas condiciones de vivienda y desempleo. Mientras que el gobierno israelí culpa a “los refugiados e inmigrantes”, los trabajadores se ciegan a los ataques abiertos en su medio de vida, como aumento de impuestos, recortes presupuestarios, e incluso la posible guerra con Irán.
 Para los trabajadores y desempleados, la única respuesta a este racismo virulento es la unidad internacional de todos los trabajadores, sin importar etnicidad o credo, para enfrentar las ideas racistas y sus líderes, y para construir nuestra propia unidad obrera contra el verdadero enemigo, la patronal y su maquinaria estatal. El Partido Laboral Progresista lucha por un mundo comunista para los trabajadores, un mundo sin fronteras y sin racismo, donde todos los trabajadores tendrán acceso a vivienda, alimentación, educación, salud y todo ello de acuerdo a sus necesidades. Vamos a trabajar juntos sobre la base de nuestro compromiso por un futuro mejor. ¡Únete a nosotros!