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Soldados de Primera Guerra Mundial Senalan el Camino para Frenar Maquina de Guerra

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24 Diciembre 2014 91 visitas

Hace cien años, cuatro millones de soldados se enfrentaron en las trincheras congeladas que se extendían por más de 800 kilómetros (500 millas) desde Suiza hasta las costas Belgas. Para diciembre de 1914, la Primera Guerra Mundial había causado la muerte o heridas de 85,000 soldados británicos, 850,000 franceses, y 677,0000 alemanes en el frente Occidental.
Como Stalin lo dijera después, los mal llamados líderes socialistas internacionales traicionaron a la clase trabajadora e hicieron posible la masacre: “En la misma alborada de la guerra…los trabajadores recibieron una nueva consigna—exterminarse mutuamente por la gloria de sus patrias capitalistas”.
Un soldado recordaba, “Durante las navidades, el 24 de diciembre… [no] sentíamos enemistad… contra el enemigo. Había una sensación en el aire: ‘no podemos seguir matándonos hoy día’. Y esta sentimiento era mutuo en ambos bandos”.
Los soldados rasos iniciaron espontáneamente treguas no oficiales a lo largo de toda la línea de combate. El Cabo George Ashurst, del Segundo de Fusilería de Lancashire recuerda: “Comenzó con, ‘Bueno, Feliz Navidad, muchachos!’ Así, hablando en las trincheras. Podíamos escuchar a los Jerry [soldados alemanes]…conversando en voz alta…cantando un villancico, tu sabes, en Alemán. Y maldita sea que cantaba bien también. Le empezamos a gritar: ‘¡Dale Jerry!... ‘¡canta otra!’ le gritábamos. Y después lo siguió un tipo tocando una corneta… era hermoso escuchar tocarla. Y nosotros le gritábamos: ‘¡viva!’ Y después nadie grito nada más”.
Una vez que terminaron, salieron de la trinchera y nos reunimos.
El oficial de artillería alemán Richner se acuerda: “La fraternización entre ambas líneas llegó a su punto culminante cuando a las 3 de la tarde cerca de diez o doce soldados de nuestra trinchera y casi el mismo número de soldados franceses llegaron a la mitad de las dos líneas. Había como 300 metros entre las trincheras, y [ellos] se reunieron en el alambrado y tenían champagne y vino y cigarrillos para intercambiar, y después regresaron”.
Pero la fraternización continuo, se acuerda Ernie Williams, de un regimiento de Cheshire: “De algún lado apareció una pelota de futbol…Pero no formamos un equipo…Mas bien la pateábamos, a todos les llego su turno… Bueno, fue increíble… La pateábamos hacia arriba. Solo para calentarnos, por supuesto… Y sabes, habían tipos que caminaban por encima de las trincheras… a la hora del té, y no se disparó ni un solo tiro”.
…Los soldados comenzaron a conversar… Uno comenzó a pensar que estos tipos, que eran como nosotros, que nos caían bien, y que sentían lo mismo sobre la guerra…”
Mientras se reunían, los soldados se cuestionaban lo que les habían dicho y se daban cuenta que tenían más en común con los soldados de clase trabajadora al otro lado del frente de batalla que con sus propios políticos capitalistas y comandantes.
Ernie Williams se acuerda: “Pensaba que era un grave error que estuviéramos en guerra. Esos tipos no querían luchar contra nosotros… Son gente común, como yo. Y no quieren pelear. Son los generales y la gente que empezó este pleito”.
Los mandos militares de ambos lados se apresuraron a ponerle fin a la tregua navideña.
George Ashurst se acuerda: “Recibimos ordenes: ‘¡Regresen a sus trincheras, cada hombre!’ El general que estaba atrás se debe haber dado cuenta y se puso sospechoso. ¡Los mandamos al infierno! Maldijimos a los generales… ‘¿Quieren meterse en esto? Olvídense de sus ordenes altivas en sus castillos y en sus grandes autos de lujo’. Si. Odiábamos verlos a esos malditos generales. ¡Siempre los odiamos, durante toda la guerra! Les dieron la orden de abrir fuego a los cañones que estaban detrás de nosotros y a las ametralladoras… Los oficiales les dispararon a los Jerry con sus revólveres, ya sabes. Claro, eso hizo que la guerra empezara otra vez”.
La tregua de la navidad de 1914 demuestra al mismo tiempo el inmenso potencial de la clase trabajadora – capaz de detener una feroz guerra mundial después de cinco meses de duro combate – y la cruel debilidad de la acción espontanea y desorganizada. Sólo organizando un partido revolucionario comunista la clase trabajadora va a poder alcanzar victorias decisivas sobre la clase dominante.
(Nota: Todos los que lucharon en la Segunda Guerra Mundial están ya muertos ahora. Este articulo se basa en grabaciones de historias narradas que se hicieron después de la guerra) Tropas británicas de los Húsares de Northumberland se reúnen con los soldados alemanes durante la tregua navideña de 1914.